¿Cómo se llega a ser bombillo, foco o bujía ambulante si antes de eso éramos los grandes monazos? ¿Cómo del pelo, el diente y el hueso se pasa al cristal, las mechas y los filamentos? No se sabe. He aquí el eslabón perdido una vez más. Un atropello de la naturaleza, un salto en retroceso del récord mundial que dieron las leyes de la evolución y que dejó a todos locos y perdidos. Me alegro. Estas cosas ya me alegran verdaderamente. Para seguir leyendo…
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