Sobre la reunión entre creadores y representantes del poder político, sobre la importancia de conciliar ideas, Lunes había llamado la atención desde muy temprano. Sus colaboradores sentían la urgencia de esclarecer ciertos principios del arte y la literatura en una época marcada por el espíritu y la violencia revolucionaria. Así lo dejó saber Guillermo Cabrera Infante, que era su director y había sido por un breve tiempo la cabeza en la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, una especie de antesala del Consejo Nacional de Cultura y del Ministerio de igual rama que al fin se fundó en la década siguiente. Para seguir leyendo…
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