Carlos A. Aguilera: Interviú a Legna Rodríguez Iglesias / Un título es un título es un título
A pesar de que Título (edición bilingüe, Kenning Editions, Chicago, 2020, traducción: Katherine M. Hedeen) no fue escrito en Estados Unidos, parece un libro americano. Su realismo visceral, por decirlo así, junto a unos versos largos y fríos, le dan un giro de diferencia a la poesía de Legna Rodríguez Iglesias: una diferencia diferente a la diferencia que ella había construido hasta ahora. Para ver cómo Legna lee su libro y cómo se acerca-se aleja de él, le escribo:
Tengo la impresión de que Título es menos ligero, menos “banal” que tus libros anteriores, como si aquí lo fisiológico y lo escatológico (poetics of ugliness, le llaman en la contraportada) más que elementos lúdicos tuvieran un peso específico en tu vida. ¿Cómo y desde dónde nace este libro?
Título es, por ahora, uno de esos libros importantes para mí de mi escritura, porque precisamente yo quería intentar un cambio, una distancia del resto, que muchas veces me deja de interesar a mitad de un libro, pero aquí yo sostuve esa intensidad formal que puede ser tan complicada. Título y Mi novia preferida fue un bulldog francés son los dos libros que escribí antes de irme de Cuba, casi al mismo tiempo y completamente consciente de ellos. No hay nada intuitivo (en lo que a goce se refiere) en ellos. No hay en ellos inspiración ninguna. Yo hice un plan con esos libros, planifiqué escribirlos antes de irme, y debía cumplir mi super objetivo. La ligereza que ves o que la mayoría de la gente ve en mis libros tiene que ver con esa forma de poema anecdótico, probablemente superfluo, en donde yo encuentro las cosas que me divierten. Título no es divertido, así que pesa, molesta.
Otra de las cosas que me gusta de Título es ese in-between entre poesía y prosa, in-between que a la vez que en su formato (como si fuera un álbum de postales) está en su “ausencia” de versos. Cómo preparaste la escritura del libro, ¿por lo general hay una conexión entre lo que has hecho y lo que quieres hacer?
Ya no recuerdo casi ninguna emoción de las que yo me agarré para escribir Título, no siento eso y no lo recuerdo. Pero recuerdo el mapa, su preparación. Título vino después de Hilo+Hilo y de un librito que aún sigue inédito, de versos cortos. Yo quería que tanto al escribirlo como al leerlo hubiera una pérdida de la respiración, de la conciencia. Esos versos largos, que yo nunca había usado antes, eran la manera perfecta de lograrlo. No se trata de prosa, se trata de versos largos. Eso era lo que había que transmitir, un ahogo físico y químico. Otra cosa importante era no titular los poemas y titular bien el libro. El título del libro surgió casi al final. Me acuerdo de que Michel Mendoza fue testigo de esa decisión, sentados en una mesita del patio de 17 y H. Los poemas están numerados en series que se repiten, porque el ahogo se repite en secuencias. Y el único título (académico) que yo tendría, al final, sería este título, es decir, mi escritura. Para separarme de Título, luego, escribí Miami Century Fox, que es un libro de sonetos, y más atrás La casa del Croissant-Sandwish, que es un libro de poemas largos, de tres y cuatro páginas cada poema. Yo miro esos libros a distancia y pienso con ternura en la escritora que fui o que soy, cómo planifiqué o planifico los cambios, cómo hice o hago curvas, y me encanta. Esos son libros de poesía. Son poesía.
Una de las cosas que me sorprendió cuando nos vimos hace poco en Viena fue tu manera de leer: como si estuvieras recitando un poema en un matutino. ¿Existe una oralidad-Legna específica, haces algún entrenamiento o ritual sonoro a la hora de escribir tus textos?
No. No leo mis poemas en voz alta sola nunca. Pero tengo conciencia absoluta de la importancia de la lectura en voz alta, cuando se lee frente a un público. Me aburren las malas lecturas de poesía y me interesan los poemas leídos con determinada intención. No le concedo importancia a la entonación, sino a la intención. Me parece mal engolar los poemas tanto como se engolan los parlamentos dramáticos. Percibí eso desde la primera lectura de poesía a la que asistí, y lo seguí percibiendo en Cuba cada vez que iba a una lectura personal o coral de poesía. En Miami y en otros lugares también. Siempre pienso: qué horror, qué poema más horroroso. La gente, sin saberlo, destruye sus poemas al engolarlos o leerlos mal. Título en específico es un libro muy político que juega con ese tono de discurso político engolado, un discurso de tarima comunista, un escenario. Es muy teatral, yo creo. Durante el proceso de traducción al alemán, para el Festival Latinale de Poesía de Berlín, Udo Kawasser me preguntó a qué me refería en el siguiente verso: “nada se compara a esta felicidad que para no cansarlos experimento”, pues él quería entender esa segunda persona del plural salida de la nada, y tuve que explicarle el sentido de discurso político decadente que late en cada poema, que enfría al libro y que me obliga a leerlo como si estuviera en la Plaza de la Revolución.
Leyendo el libro me daba la impresión de que también podría haberse llamado Topografía, y no solo por las menciones a Estados Unidos, sino por cierto realismo (un realismo difícil, diríamos) que atraviesa a su escritura y lo acerca a una heterotopía literaria norteamericana. ¿Existe alguna diferencia, para ti, entre lo que escribiste antes de llegar a Miami y lo que estás escribiendo ahora?
Yo no escribí Título en Miami, pero sabía que pronto llegaría ahí, así que de alguna manera Título pertenece a un estado Miami del pensamiento. Creo que sí, que un lugar podría condicionar tu escritura, o no. Depende de lo que a ese autor le interese localizar en su obra. Para mí, que me interesa escribir a partir de experiencias, sucesos o acontecimientos de los que daría, incluso fe, el lugar desde donde escribo determina cosas. No es algo definitivo, es algo que fluye en algunos libros. Puede ser que no hable de Miami, pero la gente, en el texto, va a almorzar a Pollo Tropical. Siempre digo que, por ejemplo, hasta la zona de Miami donde uno vive podría tener influencia. No es lo mismo escribir desde Opa-Locka que escribir desde Coral Gables, no es lo mismo escribir desde Allapattah que escribir desde Miami Beach.
¿Puedes definir a Miami en pocas palabras?
Miami no es el lugar de mis sueños, pero yo podría ser la escritora soñada de Miami.
Publicación original en El Nuevo Herald.
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