Dimas Castellanos: Totalitarismo y corrupción, una relación indisoluble

DD.HH. | 4 de agosto de 2023
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La causa está en que la pérdida de las libertades y derechos para participar en los destinos de la nación debilitó la responsabilidad ciudadana, lo cual empeoró por la incapacidad del sistema para garantizar una relación adecuada entre salario y costo de la vida. Y la Ofensiva Revolucionaria de 1968, al barrer con las últimas pequeñas y medianas empresas privadas, hizo desaparecer la figura del propietario, y con ella el interés por la producción y los servicios. Un cuadro que se agudizó con la pérdida de las subvenciones soviéticas en 1991. Desde ese momento al poco valor del trabajo, los cubanos respondieron con actividades alternativas, y al desabastecimiento, respondieron con el robo al Estado y la búsqueda de fuentes alternativas para subsistir mediante la apropiación de la supuesta propiedad de todo el pueblo.

La larga historia del tema, abordado en la reciente Asamblea Nacional, confirma que entre totalitarismo y corrupción existe una relación indisoluble. Entre los años 80 y 90 del pasado siglo, el Gobierno desplegó la «Operación Adoquín», contra los artesanos y comerciantes que vendían en la feria de la Plaza de la Catedral; la Operación «Pitirre en el Alambre», contra los mercados campesinos; y la «Operación Maceta», contra los poseedores de dinero proveniente de ventas de productos industriales y o de intercambio en el mercado negro. Y en el año 2001 creó el Ministerio de Auditoría y Control para la erradicación del mal. Sin embargo, más de la mitad de las inspecciones realizadas por este órgano entre los años 2000 y 2004, presentaron resultados malos o deficientes en el control de los recursos y en el registro de los hechos económicos.

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