Mauricio Mendoza: Interviú a Legna Rodríguez Iglesias / Amar y proteger, hablar y proteger
¿Cómo llegó la maternidad a tu vida?
Tener un hijo fue mi plan bien preciso desde que me fui a vivir sola a La Habana. Lo intenté con mi amigo Rogelio Orizondo en 2015, pero yo no estaba ovulando y no lo logramos. Ahora habría un pequeño Orizondo de 8 añitos en Miami.
Legna, debe ser común para ti saber que los periodistas trabajamos con el chisme pues nos da indicios. Cuba es una gran fuente de ellos. He escuchado que tu niño nació del convenio con un amigo, pero nunca lo he investigado. Te pregunto al respecto, pues periodísticamente y a nivel personal me parece una historia interesante si estuvieras dispuesta a contarla.
He hablado de eso en varias de mis columnas. Escribí un libro cuando estaba embarazada que da cuenta de esa experiencia. Lo más importante de todo es que yo no quería que mi hijo fuera el resultado de un proceso médico. No quería inseminarme en un hospital y mucho menos comprar una muestra de semen desconocido. Entonces hablé con mi amigo José Portela, que vive aquí en Miami, para ver si él quería ser el donante, y hacerlo de la manera más natural y humana posible. José Portela aceptó. Lo hicimos dos veces y las dos veces quedé embarazada. Mi hijo es el resultado del segundo intento, porque el primer embarazo lo perdí a las cinco semanas más o menos. Es algo que puede pasar a las mujeres primerizas, pero yo no lo sabía y sufrí mucho. A los dos meses del aborto volví a menstruar, ovulé y me embaracé. El 15 de septiembre de 2017, seis días después del paso del huracán Irma. Miami era un mar de árboles caídos.
¿Cómo es criar a un niño con dos mamás en una sociedad prejuiciosa, en la que los niños repiten el bullyng que heredan a veces del pensamiento retrógrado de los padres?
Mi hijo percibe eso con absoluta normalidad. Yo vivía con una mujer cuando me embaracé y el niño nació en esa circunstancia. Fui honesta y compartí mi maternidad con ella, a un nivel legal que en este país es irrevocable. Recomiendo a las mujeres emigrantes que quieren tener un hijo y ser madres que estudien las leyes de este país antes de dar algún paso legal, porque los ambientes sociales no tienen nada que ver con las leyes. En el sistema legal es una victoria ganada. Al igualar a dos mujeres como madres, e igualar sus derechos, anulas sus diferencias. Hipocresía ideológica, banalidad del mal. En fin, nada que vayamos a cambiar. Mi hijo nunca ha sufrido intimidación ni burla, que yo sepa, hasta el momento.
Tu hijo nació en Miami, pero sus raíces son cubanas. ¿Cómo es el fenómeno cuando no es cien por ciento estadounidense pero tampoco cubano?
No lo sé a cabalidad. Es un fenómeno que fluye como el lenguaje, como la emoción. Él es un niño perspicaz y a veces dice que es camagüeyano o cubano, pero definitivamente es estadounidense. Por ahora, la bandera cubana le gusta más que la otra, debe ser porque hay demasiadas estrellas en un espacio pequeño. Igual, sabemos que una bandera solo representa lo que uno quiera que represente.
¿Cómo es criar a un niño en Miami, una sociedad llena de armas y drogas al alcance de los niños y de los adolescentes?
Es una preocupación latente, una preocupación pegada a la nuca. Yo escribo más de lo que hablo, pero con mi hijo, como con mis amigos, he alternado esa dinámica. Lo único que se puede hacer contra eso es hablarlo, decirlo, saber que existe y que es una verdad tan real como las flores. También he aprendido a «hacer lo que hay que hacer». Amar y proteger, hablar y proteger.
¿Cómo logra subsistir y mantener a un niño una escritora en Miami?
Tampoco lo sé. La gente aquí vive en pareja para compartir los gastos y se queja de que no alcanza. Hay mucha gente que vive junta solo para compartir los gastos. Yo vivo sola con mi hijo. El trabajo que encontré después de la pandemia consiste en distribuir libros, literalmente. No alcanza. Entonces escribo en revistas digitales (que también están tratando de subsistir) para completar mis pagos. Por eso escribo con tanta sinceridad. Porque después de eso, no queda energía ni pensamiento para otra cosa. Mi escritura es mi subsistencia.
¿Tu hijo te pregunta por Cuba? En caso positivo, ¿qué le dices?
Llevé a mi hijo a mi casa a los cuatro meses de nacido. No tengo pasaporte y por eso no he regresado. Cemí sabe todo de Cuba, todo lo que interesa a un niño de cinco años. Sabe que en mi casa hay una mata de guayaba y otra de ciruela, y que mi mamá recoge las guayabas y las guarda para él en una cesta. Y que un día iremos y nos divertiremos mucho.
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