Rafaela Cruz: El cóctel hiperinflacionario que está mezclando el castrismo para Cuba

DD.HH. | 29 de enero de 2024
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Ninguna economía puede funcionar de espaldas a los precios de mercado —surgidos de la libre conjunción de oferta y demanda—, que son el único mecanismo capaz de regular y coordinar la asignación y uso de recursos inevitablemente escasos con los infinitos intereses, deseos y necesidades de millones de personas simultáneamente interactuando, creando, ofreciendo y demandando.

Dentro del paquetazo que el castrismo le está aplicando a los cubanos, se incluye un aumento de precios a diferentes bienes y servicios bajo el pretexto de —y así lo han denominado incluso reconocidos economistas de medios independientes— supuestamente «transparentar» los precios en Cuba, distorsionados por las políticas estatales.

Pero transparentar —como sí están haciendo en Argentina, por ejemplo— es pasar de precios reprimidos a precios de mercado para que la economía pueda organizarse desde cimientos sólidos; en Cuba, sin embargo, está pasándose de unos precios reprimidos a otros precios igualmente reprimidos solo que más caros, sin que haya cambio alguno de fondo.

Y el problema no es que mientan sobre lo que es transparentar —¿qué diferencia hace una mentira más?—; el problema es que, al subir precios tan importantes como la electricidad, los combustibles, el agua y el transporte, a la misma vez que deprecian la moneda e implementan un alza brutal de los impuestos para compensar un déficit fiscal récord, están coqueteando con una hiperinflación que puede conducir a una catástrofe humanitaria aún peor que la actual.

Si nos fijamos en Milei vemos que este, mientras por un lado transparenta los precios —lo que inevitablemente encarece todo—, por el otro fomenta la actividad económica abaratándole costos fiscales y transaccionales a las empresas, para así incentivar la inversión, el empleo y la producción de bienes que, eventualmente, deberían absorber la inflación.

Pero el Gobierno de Díaz-Canel, con la bendición de Raúl Castro, está haciendo exactamente lo contrario.

Primero no están transparentando precio alguno, sino meramente encareciendo bienes y servicios monopolizados por el Estado para sacarle más dinero al pueblo y, a la vez —aquí está la clave de lo que parece un genocidio planificado—, en lugar de exacerbar la actividad económica han decidido entorpecerla ¡aún más! en este país ya prácticamente paralizado.

Si hasta 2023 solo se abonaban impuestos sobre ventas minoristas, promoviéndose así la especialización de los agentes, la ampliación del mercado y niveles de producción basados en insumos relativamente baratos, en este 2024 deben pagarse, además, impuestos sobre las ventas mayoristas entre empresas, algo que multiplicará exponencialmente la inflación pues, desde que una mercancía es importada o producida hasta que es consumida, debe pasar por varios intermediarios, y cada uno de ellos ahora debe pagar un 10% de impuestos. Lógicamente, esto repercutirá sobre el precio final.

No contento con esto y en medio de una crisis total de producción y falta de inversión, el castrismo ha decidido, fuera de toda lógica económica, que es buen momento para eliminar las mínimas ayudas fiscales que otorgaba a las MIPYMES durante su primer año, periodo crítico donde prácticamente se define la supervivencia de todo proyecto empresarial ¿Cuántas empresas quebrarán? ¿Cuántas dejarán de crecer? ¿Cuántas que pensaban abrir ya no lo harán?

Además, aunque de momento no se sabe a cuánto, pronto se concretará el ya anunciado aumento de los aranceles para la importación de bienes terminados —incluyendo alimentos—, que es la actividad principal de las MIPYMES cubanas dadas las deformaciones económicas provocadas por 65 años de socialismo.

Como contrapartida a ese arancel aumentado, ya han bajado el arancel para importaciones de insumos del 10 al 5% ¡Maravilloso! Importante reducción del 50% que estimulará la producción nacional… ¿verdad?

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