Lia Villares: Conversación con Héctor Antón
Dios y ayuda me costó que Héctor Antón me diera la entrevista. Desde el 2015 lo venía cazando pa mi serie #artelibrevscensuratotalitaria y siempre se escudaba en que no era bueno para las cámaras y que no tenía buena voz.
Al final, los intentos se diluían en conversaciones larguísimas pero siempre le daba curva a cualquier atisbo de grabadera.
Este fragmento es de la que le pude hacer por Zoom finalmente a finales de septiembre.
“Estoy en el cayo, Lia, dónde si no”, me dijo.
“Casi no salgo. La isla imposible está de truco”.
No me gustó la entrevista porque Héctor estaba más serio de la cuenta. Se mostraba arrepentido incluso de algunas de sus críticas más filosas como haciendo recuento y tratando de reconocer que había sido duro en ocasiones aunque siempre acertado.
Se notaba deprimido y achacado.
Sobrevivir el peso de la isla no es tarea fácil.
Con él se nos ha ido un testigo presencial, único y lleno de anécdotas cargadas de conocimiento agudo de lo que aconteció en el arte cubano de los últimos 50 años.
Se nos fue el crítico que nos hacía reír tomándoselo muy en serio.
Ve en paz, Héctor.
Gracias por tu risa y tu lucidez.
Quiero decir aquí que estoy en desacuerdo con algunas cosas que se afirman en este post. Mi hermano Hector Anton y yo estuvimos administrando «El proyecto Elias Permut», el grupo de arte conceptual contemporáneo cubano durante tres años. Fundó junto conmigo esta plataforma digital y trabajábamos a diario vía watt sapp lo que decidíamos publicar. Antón nunca se arrepintió de lo que escribió, nunca se retractó de sus durezas más famosas. Él lo que decía de vez en cuando era que había sido muy cruel de joven en sus textos críticos y en sus opiniones personales, pero jamás se retractó de severidades como » Al Kcho hay que borrarlo de la historia del arte cubano, Fabelo es un negociante y un empresario, Wilfredo Prieto es un cruce de zorro con camaleón y Gerardo Mosquera es un crítico de maleta y aeropuerto». Lo único que me reconoció fué que se había equivocado en varias afirmaciones negativas suyas sobre la obra del artista visual Lazaro A Saavedra Gonzalez , que habían sido influenciadas por posiciones de enfrentamiento y desacuerdos conceptuales. Yo pasé dos años en guerra con Hectico para convencerlo de que teníamos que publicar a Saavedra en nuestro proyecto. De eso fue lo único que se arrepintió que yo conozca públicamente y en presencia del artista y su familia. Incluso proyectaba escribír un texto sobre Lázaro con está nueva opinión que tenía, pero siempre aclarando que no se iba retractar de lo que había afirmado en el pasado y que iba agregar nuevos criterios sobre su obra. El último texto que estaba escribiendo era de puro anticomunismo cubano sobre una reciente exposición en casa de Ezequiel Suárez del artista visual Alejandro Ulloa Rodriguez . No estaba deprimido ni achacoso, solo tenía su nerviosismo legendario, su descuido habitual a la hora de vestir y los rasgos normales de la vejez, porque ya tenía 60 años de edad.