Alfredo Triff: Entrevista a Waldo Balart / La vida está detrás de todo
Visitamos el estudio apartamento del pintor Waldo Balart en Madrid una tarde del diciembre pasado. En la antesala, la gran mesa de trabajo muestra trazas secas de pintura color brillante. A la derecha, aparecen tres hileras de cuadros volteados al revés, recubiertos con nailon. A la izquierda, el pequeño escritorio colmado de cuadernos y atestado de pinceles. En el librero tomos, revistas y pliegos sueltos. Varias obras de factura reciente en la pared. Dos estantes pequeños esconden botes de pintura del mismo tamaño. Waldo nos recibe sentado en silla de ruedas, emperifollado con jaqueta de corduroy marrón y pantalones de trabajo pintoreteados. Sonríe, la pelambre canosa erizada y mirada de azul lúcida. Las últimas obras del gran artista concreto cubano se pueden ver hasta el próximo 27 de julio en la galería Casado Santapau de la capital española.
Volviendo a los fundamentos, ¿a qué corresponde la geometría en tu arte?
Mira, estoy convencido que la vida y la geometría van unidas. No es solo un asunto de catetos e hipotenusas, sino de la integración de ese espíritu en la vida. En el gimnasio de Academo había una inscripción que decía: “No entre nadie aquí que ignore la geometría”.
Mi práctica se rige por ese principio del mismo modo que Euclides se guía por sus 95 proposiciones. Lo llamo el orden axiomático. La realidad se nos presenta a los ojos como un fenómeno proyectivo. Y en la realidad están los colores.
¿Puedes explicar ese punto?
Búscame ahí en la gaveta primera… no, allí… ¡eso!
He elaborado este orden axiomático para organizarme mentalmente. No tiene una verdad en sí. Es solo un método. La verdad está afuera, en la realidad.
Y a veces no aparece…
Y a veces te sorprende.
¿Cómo es eso?
Mira, hay que atreverse a crear. Un momento de decisión. ¿Recuerdas el poema de Mallarmé? Para ganar hay que atreverse a tirar los dados. ¿Qué sale? Nunca se sabe. La geometría es la forma y el color es el contenido que ocupa el espacio.
¿El contenido?
La diferencia la puedes ver entre ese cuadro y aquel de la esquina.
¿El método de que hablas aplica a ambos?
Aquel es una pieza del 2008 o 2009. Ahí veo cuatro triángulos concéntricos.
¿Qué determina ese arreglo?
¿Los cuatro triángulos? Ah, o en su defecto, tres cuadrados: dos, uno dentro del otro y el marco propiamente hablando, ¡tres!
El resultado geométrico consiste en un acoplamiento de planos. ¿Te das cuenta? La ambigüedad viene dada por el orden axiomático. Pero el orden no se impone, ¿comprendes?
Pero tú eres el artista, el hacedor.
De nada vale. Incluso reina el desorden.
Desorden geométrico, ¿no es esto una incongruencia?
El desorden se cuela por las rendijas.
¿Y esta nueva serie?
Esto es los más reciente, del año 23.
Curioso ese lado abierto que dejas en todas…
¿Te parece? A estos he llegado a través de la intuición. Esta última serie no es axiomática.
¿Cómo?
Ese fue el primero de la serie. Había dibujado tres lados de un rectángulo y me disponía a dibujar el lado que cierra la figura y no pude.
¿En serio?
Sentí que el cuadro me hablaba. No exactamente eso, creo que es mejor decir que adviertes un momento de indecisión.
¿Una puerta de salida?
Por ahí se mete el tiempo. El tiempo todo lo cura.
No capto.
El tiempo me preocupa. Antes pensaba que era una cuestión, como decir, teórica. Con los años me doy cuenta de que el tiempo conmigo es también desgaste.
¿Gastado tú?
Por ejemplo, hoy me ha sido difícil controlar la pierna izquierda. […] Yo, cómo decirte… he desechado ciertas formas de vida y me he agarrado al arte como un salvamento, tratando de encontrar la verdad. Incluso sabiendo que no hay verdad.
¿No la hay?
No, hay solo búsqueda… y más búsqueda. Aparece lo nuevo, sí, pero no es suficiente. Después surgen nuevas preguntas. Si la hubiera la respuesta, todo se perdería.
Muy bien.
El arte me ha ofrecido alternativas. No, no es eso… está mal expresado ¿entiendes?
Te sigo.
En mi condición particular, lo físico es un lastre. Hoy ves que la pierna izquierda se ha resistido. Así es el tiempo. No hay nada que hacer. Mi mente está clara.
He vuelto a leer tus disquisiciones sobre el color.
¿Sí?
La magia del color. ¿Le apuestas al tiempo o al color?
A los dos. Para mí, el tiempo es color. Con los años me he dado cuenta de algo: los objetos que vemos en la vida no tienen en realidad un papel específico. El arte es un medio de síntesis muy poderoso.
¿En qué sentido?
Vamos a la esencia misma: la combinación de color y su saturación. Lo que vemos es un pixelado, pero la esencia es invisible. Vaya, ahora estoy observando detalles, y a la vez cunde el todo.
¡Qué bien, Waldo!
El todo, como la superficie del cuadro. Y claro, no lo entendemos como sección de un sólido que se descompone en el tiempo. Ahí está la profanidad: en la textura.
También están el calor y frío en el color.
Fíjate, esa combinación de amarillo y azul. Es excéntrica. El amarillo se acerca y el azul se aleja.
Ya veo.
Si nos metemos ahí dentro, penetramos en la cuarta dimensión. La capa de la pintura es como un signo del mundo exterior. No sé si me explico… hoy no es el mejor día; tengo la pierna jodida. Ya sabes.
La vida es también una ruina que avanza poco a poco.
¿Qué es la vida para ti?
Chico, mi vida y la tuya, porque al fin y al cabo cualquier realidad que no sea mi vida también es parte de mi vida. Depende de yo estar aquí.
Te has vuelto solipsista.
Es que la vida está detrás de todo. Hay algo más allá de nosotros que nos habita. Lo inmutable. A través de eso estamos unidos con todas las cosas. Hasta que llega el momento.
Espero ese momento. Cuando el deterioro sea acelerado, puedo acabar con mi vida. Estoy en el derecho a morir dignamente. Tengo mi poción. Un día me la tomo y no amanezco.
Pero debo tener una razón poderosa. Y lo veo como la imposibilidad de seguir viviendo por mí mismo. En ese momento dices: “se acabó”. No hay drama ni tragedia en eso, ¿eh?
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