Jorge Fernández Era: Carta de renuncia / La UNEAC es una ‘fuerza paramilitar al servicio de los dictadores de turno’
No por esperada me produce menos indignación la expulsión como miembro de la profesora y académica matancera Alina Bárbara López Hernández. La aparta de sus filas una organización que supuestamente, según sus Estatutos, “defiende el derecho a la información, a la palabra, al ejercicio del criterio, a la más amplia libertad de creación, a la investigación, a la experimentación, a la crítica, al debate y a la polémica”, y que durante los dos últimos años no movió un dedo para preocuparse por el acoso a que dos de sus miembros, Alina y yo, hemos sido sometidos por parte de la Seguridad del Estado y otros órganos represivos del Ministerio del Interior.
Digo “esperada” porque no podía hacer otra cosa una organización que se limpió las manos ante las reclamaciones presentadas legalmente por mí y por Alina. En mi caso, no les pedí me defendieran, sino se interesaran por el asunto y me asesoraran legalmente cuando se cuestionó una obra humorística consecuente con la misma por la que se me aceptó en la Asociación de Escritores. “Es un problema personal tuyo”, fue la respuesta inicial. Todavía espero se interesen por una segunda reclamación, presentada en julio de 2023 a raíz de una carta que dirigieron al Gobierno cubano más de seiscientos intelectuales y personas de buena voluntad de varios países interesándose por mi situación.
El “problema personal” de Alina sí han ayudado a resolverlo, y de qué manera: plegándose de la manera más servil a las acusaciones que nos hacen quienes temen al debate y a la polémica y acuñan el término “contrarrevolución” a cuanto amenaza la estabilidad de la complacencia y la mentira.
Alina Bárbara López Hernández, aunque les pese, seguirá siendo una de las intelectuales más honestas y preclaras de Cuba. Su expulsión se suma a capítulos tan repugnantes como las UMAP, la Parametración, la Primavera Negra, el manotazo del ministro…, que no representan otra cosa que la consecución al pie de la letra de la excluyente máxima “Con la Revolución todo, contra la Revolución nada”.
La “Revolución” que honran ustedes con semejante sanción es la misma que defienden el Partido que nos malgobierna y los esbirros que pretenden acallar voces incómodas como las de Alina. Ellos violan con descarada impunidad derechos que nos otorga la Constitución y normas legales dictadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular. Con su complicidad, la UNEAC se devela como la fuerza paramilitar que es, al servicio de los dictadores de turno.
Si son consecuentes con los burdos pretextos con que expulsan a Alina, mi turno esperará si acaso por la firma de algún funcionario del Departamento Ideológico del Comité Central. Para ahorrarles papeleo a burócratas y a subordinados, solicito mi renuncia como miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Las razones están claras, pero si asoma la duda, como humorista que soy, me encantaría despedirme con una frase que debí replicar hace seis años y que es de Marx (Groucho, actor y escritor estadounidense): “Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo”.
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Publicación fuente ‘Facebook del autor’
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