Pablo de Cuba Soria: Estampitas para santos menores / Chet Baker (1929–1988)
Tocaba la trompeta como si temiera profanar el silencio. Cantaba como quien lee cartas que nunca se atreverá a enviar. No interpretaba canciones: las exhalaba. En sus piezas, el llanto golpea puertas, pero jamás entra; todo se queda en un do sostenido que se deshace en fragmentos.
Ángel caído del cool jazz, tenía rostro de galán de cine mudo y el alma de un cenicero a medio vaciar. Sonreía como si otro hubiera pagado la cuenta. Hollywood lo cortejó, el jazz le hizo guiños, pero él solo anhelaba la próxima dosis y un micrófono que no hiciera preguntas.
Genio musical con instinto de fuga, llegaba a los clubes con la misma puntualidad con que decepcionaba a quienes lo amaron. Su swing, perezoso e íntimo, destilaba una melancolía casi delictiva. Cada nota era una confesión con aliento a whisky.
Lo más parecido a una filosofía de vida fue su desintegración gradual. Nunca dominó la lectura musical, pero descifraba miradas como nadie. Sus solos eran diálogos que empezaban con “perdón” y terminaban con “me tengo que ir”.
Su discografía es un mapa de abandono lento: de sí mismo, de la técnica, del mundo. Chet Baker Sings suena como una disculpa envuelta en seda, y lo peor es que funciona: es imposible escucharlo sin perdonarle todo. En It Could Happen to You uno siente que ya empezó a hablar solo, que el micrófono estaba ahí por casualidad. Y en Diane, su dueto con Paul Bley, hay un Chet tan frágil que uno teme que se rompa en el siguiente acorde; pero en vez de romperse, se evapora, como siempre.
En una trifulca perdió los dientes, y con ellos medio registro. Aun así, tocaba… como un santo mendigo, como un trompetista sin hogar en la historia del jazz. Cada vez más sordo, más ausente, fue un ídolo con la calidez de una habitación de hotel: todos entran, nadie se queda.
Encarnó una elegancia enferma: afinó su decadencia con maestría. Tocaba al borde del abismo. Y murió, claro, cayendo por una ventana. ¿Cómo iba a salir caminando, si vivió toda su vida flotando?
Responder