©Lezama enciende un puro / Iván Cañas, años 70.

[Comisario del dosier: Ernesto Hernández Busto]

Richard Ellmann ha recordado en uno de sus ensayos póstumos cómo el advenimiento de Freud y lo freudiano transformó por completo, para bien y para mal, el arte de la biografía literaria. No menos radical, Jacques Derrida critica en Mal de archivo la creencia en que con la memoria y sus avatares arqueológicos podemos revivir el origen del acontecimiento, entender el «tiempo perdido». Saturada de ideología, la historia literaria cubana necesita, sin embargo, insistir en fuentes, raíces, genealogía: más archivo y menos teorías, aunque el archivo mismo siempre propone una sobre el origen.

En los ultimos años, mientras trabajaba en mi biografía de José Lezama Lima, he tenido que lidiar con archivos, y me he topado con numerosos documentos inéditos. Asombra un poco esa incuria a la hora de hacer nuestra historia literaria. Pero también habría que cuidarse de que lo que empieza a salir a flote no quede resumido en las nuevas mareas críticas. Estas siguen desgastando, como antes el freudismo, un campo complejo de relaciones entre el autor y la obra.