«El médico con sus instrumentos lo abrió, le sacó las vísceras y el corazón, las que envolvieron y tiraron en la fosa. Luego procedió a inyectarle un líquido, rellenarlo con algodón y cocerlo. Tampoco podré olvidar algo que me llamó mucho la atención, el médico pidió a su ayudante le abriera la boca al difunto, revisó la dentadura y también colocó algodones, después supe que eso servía para identificar a la persona. Éramos tres los presentes allí, nadie más» Para seguir leyendo…
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