Alrededor de obras tan atractivas como la playa improvisada, las atalayas de madera o la “pista de hielo” ya se van alistando los hombres y mujeres que, carretillas en mano, aguardan con desesperación la clausura de la duodécima Bienal de La Habana para comenzar el acarreo de la arena, los hierros, los palos y cuanto material les sea útil. ¿Quién negará entonces que, si no los artistas, al menos sus obras terminarán integrándose a “las mecánicas de lo cotidiano?”. Para seguir leyendo…
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