Este Nobel al periodismo, a la disidencia antitotalitaria y a la lucha contra la censura es un acto de audacia de la fundación sueca. Se lo han dado por la “polifonía de sus voces”, lo cual es, además, un reconocimiento al escritor global y a la individualidad de la obra literaria y la excepcionalidad del autor. Ya llegarán pronto protestas de los oficialistas bielorrusos, pues al premiarla la han nombrado como escritora bielorrusa. Así se define ella, aunque es obvio que trasciende las fronteras nacionales con su obra y sus intereses. Es algo que debemos pensar los cubanos, divididos por el absurdo concepto de las dos orillas, creado en la isla por la burocracia cultural y que aún sigue vivo desgraciadamente en ambas orillas, en donde la autenticidad se mide por la fidelidad a los límites geográficos y los temas nacionales o a la simple oposición a los mismos y la calidad literaria se juzga en base a la condición política. Para seguir leyendo…
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