«Yo no soy cubano pero tampoco he estado sólo un fin de semana en Cuba», nos explica Agustí Villaronga en su casa de Barcelona. «Se puede explicar una realidad como ésa a la manera de Walter Salles, más estilizada, y quizá te encuentras más gente dispuesta a escuchar. Pero yo he querido que la película refleje lo que he visto: los personajes follan, cagan y mean y les huelen los pies porque es así. Hay gente que ha estado en Cuba pero no sale del hotel de lujo y nunca lo ve. Pero eso está ahí. Lo importante en la película es cómo la miseria material acaba afectando a las personas y a sus principios. Hay personas que quizá ante estas dificultades se trasciendan y se vuelven mejores. Pero hablamos de otras que no. Lo estamos viendo ahora mismo con la crisis de los refugiados, hay mafias que se están aprovechando de la situación». Para seguir leyendo…
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