En la enseñanza de la historia, la ideología alcanza sus dosis más altas. En el décimo congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), varios delegados llamaron a impartir la asignatura «de manera creativa, en aras de hacer de la clase el lugar idóneo para fomentar sentimientos patrióticos y revolucionarios». En especial, para formar dirigentes en la organización juvenil que tengan una buena «preparación política-ideológica». Las clases sobre la historia nacional no admiten matices. La República cubana fue «mediatizada» y «corrupta»; Martí es el «autor intelectual» del asalto al cuartel Moncada; la lucha armada en la Sierra Maestra es «una continuidad de las guerras de independencia» y, «antes de 1959, los niños en Cuba no tenían escuela ni zapatos». Salirse del guion puede resultar en una nota de desaprobado. Para seguir leyendo…
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