La pregunta, creo, no sería qué sucede con el Cine Cubano, sino, qué me sucede con él. No sé si se deba al falso hieratismo de algunos actores en no pocas películas, a la imposibilidad de observar, en esas películas, cambios de registros en un actor en diferentes situaciones dramáticas. Quizá se deba a las ruinas ya no como entorno real sino como parque temático, o a esa profusión de parlamentos que parecen haber sido pensados para grabarlos con cincel y martillo en un bloque de mármol. Cuba o La Habana entendidas como agujero negro, como fatalidad, quizá fuera otra de las razones, la ausencia de la fiesta, el placer… Para seguir leyendo…
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