Es increíble que Isabel II, Reina de Inglaterra y mayor representante de una monarquía que en otros tiempos propiciara la trata de negros, convierta al bailarín negro, y cubano, en Comendador de la Excelentísima Orden del Imperio Británico, mientras la gerontocracia de esta isla, que vio nacer al gran artista, impida que se presente un libro que él mismo escribiera. Para seguir leyendo…
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