A mí me gusta ver fotos de mujeres hermosas. No quiero presumir de originalidad, pero lo cierto es que en el lenguaje de la crítica contemporánea este planteamiento no es usual. Primero, porque no se considera correcto hacer un consumo del cuerpo femenino como «objeto sexual». Y, segundo, porque se espera que el crítico mantenga (o finja mantener) cierta frialdad ante la representación del cuerpo, y una mirada casi «clínica» ante el cuerpo representado. Claro que puedo convivir con esa corrección clínica, pero hoy quiero confesar que cuando veo una fotografía de Cirenaica Moreira, lo primero que observo es una mujer hermosa. Y sospecho que, en parte, eso es lo que la autora pretende que uno vea. Así que las fotografías de Cirenaica me gustan porque me complacen, pero también porque sé que en esa complacencia hay mucho de juego, de negociación e, incluso, de sarcasmo. Para seguir leyendo…
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