A Rodríguez Rivera le interesa muy poco si Padura ha escrito el doble de libros que Heras, o si la obra de aquel ha tenido mayor fortuna crítica nacional e internacional que la de éste y Lina de Feria juntos. En esencia, lo que defiende el crítico –como si se tratara de un valor literario, estético– es la prioridad generacional, que por motivos obvios favorece a Heras León. Nada más. Tal vez por ello, se torna insultante leer una crítica literaria tan disfuncional que llega a parecer una legislación en favor de los derechos de la tercera edad. R.R guapea y se abre paso a bastonazos, exponiendo sus criterios como si reclamara (para él y sus contemporáneos) el asiento de impedidos en el transporte público. Para seguir leyendo…
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