El pueblo cubano es como esas mujeres de Stepford: un país dócil y bien peinado, que prepara masas para tartas en sus cocinas vacías y soleadas, y que, bajo capas geológicas de restricciones y penurias, ha renunciado a sus sueños. Se ha resignado. Y los que leyeron la novela de Levin han visto lo que pasa cuando alguien se hace el tonto y niega la realidad hasta que es demasiado tarde. Para seguir leyendo…
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