En Cantos de concentración se ha urdido una mimbre textual que avanza, en su decurso, hacia zonas poco exploradas en la poesía cubana reciente, y que se yergue como un tótem frente a los devaneos gastados del territorio lírico nacional. Pablo de Cuba —a quien me gustaría llamar «mimbrero del lenguaje»— ha conseguido en este libro explotar con acierto y elegante ejecución, un sector poético extraño entre nosotros, que se emparienta en su ejercicio con las propuestas más radicales de nuestras letras de los últimos años, a saber: Lorenzo García Vega, Diáspora(s), Carlos Augusto Alfonso, José Kozer y algunos de los vates que movieron la escena de los 90 en Cuba. Para seguir leyendo…
Responder