Unas imágenes de la reapertura del Museo Napoleónico en La Habana parecen sacadas de Fellini. La Princesa Napoleón asiste a la ceremonia desde una poltrona. A su lado, el Historiador de la Ciudad, con al menos dos órdenes francesas colgadas en su traje, habla ante un micrófono. Ondean las dos banderas nacionales. A la entrada del museo, funcionarios en guayabera, el embajador de Francia, un cardenal: puro Fellini. Para seguir leyendo…
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