Aquí los dejo con este fragmento del libro de Gabriel Inzaurralde sobre «la imaginación latinoamericana». Y qué mejor ofrecimiento que precisamente este sobre uno de los grandes uruguayos (Uruguay es una máquina de producir raros), Mario Levrero: «La novela luminosa debe también algo de la desmesura de los prólogos a Museo de la novela de la eterna (1967) de Macedonio Fernández, con quien Levrero comparte su desprecio por las convenciones genéricas y el hábito de la paradoja. Sólo que lo que antecede a los capítulos centrales de La novela luminosa no son sólo prólogos meditativos y provocadores sino también un diario personalísimo, a ratos confesional.» Disfruten 😉 Ah, claro, dónde si no: Almenara.
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