Arenas no escribió las andanzas del diablo en La Habana de los setenta, pero intervino con plena consciencia, en novelas como Otra vez el mar (“El hombre es un engendro deplorable”), en el debate sobre la naturaleza humana que recorre buena parte de la literatura disidente del comunismo. Y ofreció en una de sus obras más logradas, El portero, una curiosa sátira de aquel discurso utópico compartido por el trotskismo y el estalinismo. Para seguir leyendo…
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