A partir de los años 90, con el cambio radical de nuestra economía (y sus proyecciones de Estado), subsisten otros modos de mirar la zafra. Aunque continúa el respeto por el blanco y negro para el tema, se salta a la tecnología digital y se incorporan discursos más sutiles, personales. Se presentan obras más elaboradas en su propuesta interpretativa, aunque nítidas en su simbología. Imágenes límpidas, más repasadas en su cautela subjetiva, que traducen una abrupta decadencia, no solo de la industria azucarera. Para seguir leyendo…
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