Marta María Pérez no había leído el diario de Renard cuando decidió volver sobre esa imagen de voluptuosidad, reelaborándola mediante esta especie de cópula mínima que ha dado lugar al video y la serie de fotos de su Homenaje a Rodin. Sin embargo, el texto está ahí, casi como argumento de esta coreografía que representa el juego de la seducción y el abandono, de la entrega y la posesión. El resultado es una danza que pone en escena las múltiples facetas del cortejo, mediante un cuerpo que se ha desdoblado o que se ha duplicado para exhibirse como carne que se desea a sí misma, como piel que se acaricia, y como tacto que se ofrece. Para seguir leyendo…
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