Manca y todo, La Ché de Korda no disimulaba para nada su muñón y eso la hacía más digna y hermosa aún. Más Ché. Muy, mucho, demasiado. Muy. Mucho. Demasiado. Repetir cada sílaba de cada palabra es mi única garantía de no olvidarla: mi último homenaje a su herejía y acaso también el primer informe contra mí mismo. Para seguir leyendo…
Responder