La segunda sucesión cubana, que veremos en febrero de 2018, a diferencia de la que tuvo lugar tras la convalecencia de Fidel Castro, en 2006, tendrá la novedad de colocar, por primera vez en 60 años –se dice fácil–, a una persona con apellido diferente en la jefatura de Estado de la isla. Y, probablemente, tendrá también la mínima ventaja de que la presidencia del país llegue a manos de un político civil y nacido después del triunfo de la Revolución de 1959. Pero en Cuba, como dice el artículo 5º de la Constitución vigente, la “fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado” es el partido único y su titular seguirá siendo Raúl Castro por varios años más. Para seguir leyendo…
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