A diferencia de tantas otras víctimas del terror estalinista, Solzhenitsyn tuvo la satisfacción de ver la caída del imperio soviético, pero su obra sigue siendo necesaria en estos tiempos en que, a pesar de tantas evidencias, el comunismo aun cuenta con las simpatías de cierta inteligentsia progresista. Hoy nadie suscribiría el despropósito del escritor español Juan Benet, que llegó a afirmar en 1976 que «mientras existan gentes como Alexandr Solzhenitsyn, perdurarán y deben perdurar los campos de concentración», pero, como hace poco señalaba Todorov en su libro ‘Memoria del mal. Tentación del bien’, mientras el «antifascismo es de rigor, el anticomunismo sigue siendo sospechoso». Para seguir leyendo…
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