Poco se sabe de esa estancia habanera de Henri Cartier-Bresson. Mucho menos lo que su cámara fotografió entonces: el artista tenía apenas 26 años y fijaba sobre papel pocas imágenes de las que tomaba, en busca de una perfección artística inclinada al surrealismo. Sin embargo, se conserva la conocida foto de un solitario tiovivo (carrusel o calesita) que sirvió de portada al catálogo de la muestra Cuba, 1934. Para seguir leyendo…
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