Tanto en sus grabados de 1989 como en las diversas series incluidas en Déjà vu recurre al humor negro de la caricatura, apropiándose de personajes vernáculos y populares, que desde la historia decimonónica de Cuba y de Estados Unidos, donde ahora reside, confrontan los relatos del poder. Ramos revive personajes creados por los pioneros de la caricatura política como “Liborio”, el campesino opuesto a las aspiraciones del Tío Sam, que se ingenió Ricardo de la Torriente en el siglo XIX; o el “Bobo” de Eduardo Abela que sirvió de antagonista a la dictadura de Gerardo Machado. Le interesa “el hecho de que incluso la gente que entonces no sabía leer los identificaba”. Para seguir leyendo…
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