De muchas maneras, Retamar ha tenido que tragarse casi todo cuanto ha escrito. Se ha justificado alegando el peso de las circunstancias (la típica excusa castrista, esa que no señala culpables), y ha tenido que agregar notas aclaratorias por aquí y por allá. De él escribió Neruda en los siguientes términos: “En La Habana y en París me persiguió asiduamente con su adulación. Me decía que había publicado incesantes prólogos y artículos laudatorios sobre mis obras. La verdad es que nunca lo consideré un valor, sino uno más entre los arribistas políticos y literarios de nuestra época”. Para seguir leyendo…
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