Para la serie Un día feliz (2016), el Chino Novo manipulaba poco más de 50 fotos documentales. Algunas son a color, otras en blanco y negro; de cada una borra al protagonista. Tras la acción produce un vacío, que no un vaciamiento. Como no se trata de un hombre cualquiera, esa ausencia no es tal. Lo que falta, pesa. Para situarse y situarnos, divide la serie en dos partes: en una, Mao es el protagonista ausente; en la otra, quien falta es Fidel. Las fotos resultan inquietantes, generan una paradoja. Para seguir leyendo…
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