Juan Carlos Alom, el fotógrafo, dice que sueña con forjarse una carrera semejante a las composiciones de Thelonious Monk, el gran jazzista, con disonancias, giros y riesgos interminables. Fue la música, justamente, lo que llevó a Alom hasta el horizonte de eventos de la Sociedad Secreta Abakuá; más allá de estas imágenes, como en un perfecto agujero negro, está el misterio fraternal, el dogma sagrado, el tiempo y el espacio ocultos de los ñáñigos cubanos. Para seguir leyendo…
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