Gloria Leal: Demi: La memoria eternizada en lienzos

Artes visuales | 15 de febrero de 2019

A veces, el dolor cala hondo y deja huellas imborrables. Y si el dolor es infantil, la marca puede llegar a ser ser profunda, definitiva y definitoria.

Gracias a ese dolor, existe el artista con su arte. Gracias a una huella lacerante, existe la pintura de Demi.

Demi conoció el dolor del alma a la tierna edad de 6 años, y esa niña la persigue en sus noches de lienzos y colores, pinturas y memoria.

Gracias a esa cicatriz todavía viva, existen sus fantasías de niñas calvas, con trajes vaporosos, en fiesta permanente.

Cuando Demi quiso exorcisar los recuerdos de su vida ya siendo adulta (el dolor del padre fusilado en el paredón de los Castro, el escarnio de los vecinos, la separación de su madre y hermanas, el exilio en tierra extraña) su niñez se revolvió en el subconsciente, y surgieron las figuras de niñas y niños calvos, la vegetación tenebrosa, los encajes, los lazos, las transparencias, las flores, los bailes infantiles, el dolor hecho flores rojas, las mariposas, las noches estrelladas y los fantasmas nocturnos.

La inocencia también puede ser dolorosa -aunque no sabe- intuye en la oscuridad la falta de algo, la falta de todo.

Las niñas-muñecas de Demi miran, todas miran con ojos asombrados, abiertos al máximo; miran al frente, siempre tristes esos ojos grandes.

Las niñas, tan bien vestiditas, con sus preciosos trajecitos, sienten angustia, intuyen tragedia, adivinan lágrimas. Las niñas juegan, se esconden, bailan en círculos, vuelan, pero no se miran. Cada una va a su ritmo, ocupa su lugar, separada, -enajenada- es la misma niña repetida.

En “Boticelli’s Garden” (2017), de repente las tres hermanas (Demi y sus dos hermanas) se reúnen, -con pelo-, en la primavera de Boticelli, para luego escapar -calvas- como ángeles en el bosque.

Hay caballitos en el carrusel (“Children, Angels, Saints and Ghosts” 2017) y soldaditos sonrientes que rodean a la niña con palomas (“Toy Soldiers”, 2017) y cocuyos o luciérnagas iluminando el bosque nocturno donde los niños calvos juegan (“The Night of the Fireflies”, 2014).

Sus pinturas más complicadas narran cuentos completos (“Heatwave”, “Bobalicón”, “Out There”, “The Firefly”), y juegos infantiles (“Indians and Cowboys”, “Departure with Laika”, la perra-astronauta rusa); y cuentos de horror (“Mother and Father”) que paren fetos al aire, en la oscuridad.

Otros títulos de obras son tan misteriosos como su ingenuidad plástica (“Touch Down”, “The Capture”). Otros, son muestra de la oscuridad del alma, “Jumping Out of Darkness”, “Black Negative”, “Stop the World, Get Me Out of Here”.

La pintura más dramática -por histórica- es “The Execution”, el Guernica de Demi.

Ahora ese mágico arte de Demi se ha hecho libro, por obra y gracia de Salamatina Gallery, Skira y Lynette Bosch, profesora de arte en Nueva York. Un hermoso libro que recoge en 207 páginas las más importantes obras de Demi, esa niña-mujer-artista self-made, que vive en Miami y que dedica sus noches a escuchar ese subconciente que guarda recuerdos. Las memorias han sido transformadas en fantasías infantiles, eternizadas en magníficos y perturbardores lienzos.

Con prólogo de Oksana Salamatina y texto de Bosch, el libro se divide en tres partes: pinturas, dibujos y esculturas. Al final aparece una entrevista o conversación con el profesor Juan A. Martínez. Está escrito en inglés e incluye una lista de las exposiciones de la artista, así como una selecta bibliografía.

La trayectoria de Demi-artista ya suma años. Los comienzos fueron lentos y predestinados. Primero tuvo que conocerse. Encontrar su camino redentor, y aprender a buscar su cauce. Gracias a las circunstancias, se encontró con Arturo, y Arturo la llevó de la mano y le abrió los ojos a otra realidad, a otro destino.

Arturo Rodríguez, amigo, compañero, pintor, y esposo más tarde, es su fuente, su salvador, su maestro y su socio de aventuras y quimeras. Se mencionan a varias mujeres pintoras como precursoras del arte de Demi: algunas de sus características se han visto en antecedentes pictóricos de artistas tan cercanas a su obra como Remedios Varo, Leonora Carrington, Frida Kahlo, Kiki Smith, entre otras.

Pero Demi solo hay una y nació en Camagüey, Cuba en 1955.

Fuente de origen ‘El Nuevo Herald’