Cuando lo conocí en persona, en ese mismo apartamento de Hallandale, José Kozer me regaló sus Partículas en expansión, el libro que le hicieron en Chile a propósito del Premio Neruda. Esta tarde, cinco años después, me regaló En Feldafing, las cornejas, uno de sus libros que más ha marcado mi vida, pues me ayudó a sobrevivir en La Habana durante el año 2012 (me ayudó a pagar el alquiler), después de tomar su nombre como leit motiv para mi cuento Hasta Feldafing no paro, que mereció el Décimo Premio de Cuento Julio Cortázar, otorgándome la venia de mil quinientos euros en un país donde el salario básico es aproximadamente de diez dólares mensuales. Feldafing, ese lugar literario, tendré que visitarlo algún día. Ir ahí y emborracharme una noche, y bailar y saltar, y acordarme de los ojos azules de la pareja Kozer, tan azules como los ojos de mi propio hijo. Para seguir leyendo…
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