En Entre cubanos no se hablaba únicamente de Cuba: también se discutían temas argentinos, nicaragüenses y mexicanos. El último ensayo de aquel libro, titulado a la manera de Woody Allen, “Cuba y sus hermanas”, ofrecía cuadros comparativos sobre demografía y comercio y alertaba sutilmente sobre la necesidad de hacer más diversas las relaciones internacionales de la isla. Hemos leído a Ortiz, mayormente, como cubanista, no como latinoamericanista –una vertiente de su obra tan perceptible en El engaño de las razas como en El huracán. Su mitología y sus símbolos. Su rica correspondencia con intelectuales mexicanos (Alfonso Reyes, Antonio Caso, Daniel Cosío Villegas, Jesús Silva Herzog…), parcialmente editada por la investigadora de la isla Trinidad Pérez Valdés, sería suficiente para ilustrar el latinoamericanismo del autor del Contrapunteo. Para seguir leyendo…
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