De Cuba, lector de Monsieur Teste, entiende que el sostén de una escritura es desmenuzar, triturar la sintaxis, hacer del lenguaje algo más que mero alimento, pero corrobora las invenciones borgeanas: “Los hechos [para Valéry], solo valen como estimulantes del pensamiento: el pensamiento, para él, solo vale en cuanto lo podemos observar; la observación de esa observación también le interesa…” Es muy atractivo el juego de espejos y refracciones que De Cuba establece aquí, donde el que mira es mirado, donde el voyeur es apenas una trazada sombra desde la retina del otro. Para seguir leyendo…
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