Aquí los dejo con un buen capítulo de Erotismo y representación en Julián del Casal, el clásico de Oscar J. Montero, ahora reeditado por Almenara: «En el ensayo de Lezama, Casal es «el único paseante de la ciudad abandonada», «abandonada» porque solo él supo leerla y solo él pudo escribirla, desde la fiesta insulsa de los señorones hasta el horror del matadero, pasando por la tienda, por el café y por el circo. Entre los lugares que visitó Casal para llenar las cuartillas de sus crónicas semanales, el circo fue una parada especialmente fecunda. Durante la visita al circo, el cronista parece aturdido por el asalto sensorial del espectáculo y de la muchedumbre que lo contempla.» Gocen, perversillos 😉
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