Otra de las sorpresivas singularidades de la muestra es que hace confluir poéticas muy disímiles dentro del minimalismo o la sutileza que dimana de varias. Entrando y saliendo por el oído, en la sala principal, primero, hallamos las cajas de luz de doiles, bordados o a medias, de Alina Águila Ferrer, que abren el espacio con el ding-dong de 12 uvas, 12 campanadas, aludiendo al rito de la Navidad, en tensión aún con el 1o de enero cubano. Para seguir leyendo…
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