La resolución aborda un tema tabú para cierto sector de la opinión pública izquierdista: la comparabilidad de los crímenes —y naturaleza— del permanentemente excusado comunismo realmente existente y el vilipendiado nazismo. Los orígenes intelectuales del primero —derivado del marxismo, hijo radical de la Ilustración— y su condición de ideología oficial de uno de los regímenes victoriosos en la Segunda Guerra, no bastan para absolverlo de los horrores cometidos, décadas después de 1945, con tantos pueblos al Este del Elba y más allá. Justamente, al posicionarse sin concesiones frente a las atrocidades de ambos totalitarismos —sean aquellas cometidas en nombre de la clase y el futuro luminoso o las producidas invocando la raza y el pasado de gloria— el Parlamento Europeo honra la perspectiva kantiana de poner al hombre como medida y fin de sí mismo, de su acción y reflexión, nunca como medio para propósito alguno ajeno a su existencia y condición humanas. Para seguir leyendo…
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