Una de las preocupaciones que surge reiteradamente en sus ensayos es la tendencia posmoderna a una estetización de la política. “Nunca imaginó Clausewitz que la política, además de por la guerra, podría ser continuada por otro medio: la estética”. Esta observación, referente a la estetización de lo político y, correlativamente, a la politización del arte, contiene al mismo tiempo una protesta y una propuesta. Protesta, por una parte, junto con Lyotard, por el efecto de neutralización moral que impone la institución artística a los intentos disruptivos del arte (en los salones, como es sabido, todos los objetos cobran derecho a la visibilidad, pero es precisamente en ese instante en que son acogidos y mostrados cuando empiezan a ser reducidos al régimen de visibilidad artística, la cual obtura, o como mínimo filtra, respuestas más políticas a la interpelación estética), algo similar a lo que ocurre con lo que de la Nuez llama la política “de salón, de bienales y de congresos”. Para seguir leyendo…
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