Ya en la República, el vuelo de pensamiento de Varela y Martí, excepcional en cualquier parte del mundo, está ausente. Pero persisten Ortiz, Mañach, Mariano Aramburo, ilustrados discípulos. Jamás lograron convencer a sus conciudadanos de que ser ciudadano es mejor que ser proxeneta. Ahora Cuba es una nación muy, muy chula, que vive del dinero de otras naciones. Yarini ha triunfado. Ni pensar en pensar. El escritor de moda dice: en Cuba nunca hubo nada, no hay nada y nunca habrá nada (él mismo ha nacido aquí). Para seguir leyendo…
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