Rafael Rojas: Aquella tarde en Varadero en que Eliseo Diego y su amigo Carlos Pellicer defendieron a Rubén Darío de una balacera de poetas revolucionarios

Autores | Memoria | 23 de junio de 2020
©Eliseo Diego (a la izquierda) junto a Nicolás Guillén en la UNEAC

En la correspondencia de Roberto Fernández Retamar con Octavio Paz y Carlos Fuentes, entre 1966 y 1967, se habla de la posibilidad de que ambos escritores asistieran al gran homenaje que Casa de las Américas rendiría a Rubén Darío por la doble conmemoración del cincuentenario de la muerte y el centenario del nacimiento del poeta nicaragüense. Ninguno de los dos escritores mexicanos viajó entonces a Cuba, como tampoco lo hicieron Jorge Luis Borges y Pablo Neruda, que según investigaciones de la profesora de la Universidad Nacional de La Pampa, Diana Moro, también fueron invitados. Ya para entonces había estallado la polémica entre Casa de las Américas Mundo Nuevo y Pablo Neruda y Carlos Fuentes eran atacados desde La Habana.

El «Encuentro con Darío» tuvo lugar en enero de 1967 en Varadero, más específicamente en la antigua mansión Xanadú del millonario Alfred Irénée du Pont, construida en 1930 por los arquitectos cubanos Félix Cabarrocas y Evelio Govantes. La casona, que tras la Revolución de 1959 se convertiría en el restaurante «Las Américas», posee un aura utópica, muy propicia para escenario de un homenaje a Darío. Decorada con motivos de la corte de Kublai Kan, recogidos por Marco Polo en sus viajes y exhaustivamente anotados por Cristóbal Colón, con órgano, logia, biblioteca y cava subterránea, la mansión se levanta sobre un risco de la magnífica playa. Allí pudo haber escrito Darío los versos de «pobre Almirante, ruega a Dios por el mundo que descubriste».

A ese Varadero de Darío asistieron poetas y críticos de todas las generaciones y todas las ideologías. Allí estuvieron el uruguayo Ángel Rama y el catalán Guillermo Díaz-Plaja, el argentino Raimundo Lida y el ecuatoriano Augusto Arias, el viejo peruano aprista Luis Alberto Sánchez y el viejo mexicano priista Jaime Torres Bodet. La plural convocatoria, sin embargo, no buscaba un posicionamiento armónico de la intelectualidad latinoamericana sobre el legado de Darío. Más bien buscaba un reconocimiento de las virtudes literarias de Darío que, a la vez, dejara en claro sus limitaciones tanto estéticas y políticas frente a José Martí y la tradición de la literatura revolucionaria en América Latina.

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