«Con fuertes torturas, golpizas y aislamientos a niveles no habituales, unidos a tentadoras ofertas si claudican, deben conseguir que acepten realizar una grabación de vídeo comprometedora en la que se confiesen mercenarios y acusen a sus líderes de lo mismo», señala el texto. Dichas grabaciones serían usadas en su contra, en caso de reanudar su activismo de derechos humanos, para su desprestigio social y para agravar su situación procesal en el futuro. Para seguir leyendo… (Imagen: R. Carrión).
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