Juan Raúl del Río Noguez: Testimonio / Era una celda de castigo. No había ventilación ninguna

DD.HH. | 1 de septiembre de 2021

El arresto de un anciano cubano por agentes de la Seguridad del Estado y la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) el pasado 11 de julio (11J) generó indignación y asombro entre quienes presenciaron los hechos, de acuerdo con un video que recorrió las redes sociales. 

Se trata de Juan Raúl del Río Noguez, de 75 años de edad. Varios días después de su arresto, las autoridades lo sancionaron a un año de prisión domiciliaria por el supuesto delito de “desorden público”. Su hijo Yunior Villarejo Estévez fue sancionado a 10 meses de cárcel por el mismo delito: actualmente se encuentra recluido en la prisión habanera de Valle Grande. 

Del Río Noguez y su hijo, según las imágenes, no tiraron piedras ni agredieron a ningún agente del orden público; solo caminaron pacíficamente junto a una multitud de cubanos que clamaban libertad a gritos. Sin embargo, los agentes del régimen golpearon excesivamente a su hijo y luego los condenaron a ambos por su participación en las protestas.

En entrevista con CubaNet, Del Río Noguez contó su experiencia de nueve días en las mazmorras de la Unidad Territorial de Investigaciones de 100 y Aldabó y calificó de “farsa” el proceso judicial en su contra.

“Aquello fue horroroso; primera vez en mi vida, en 75 años, que tengo que vivir una experiencia como esa. Primeramente, aquello era una celda de castigo: allí no había ventilación ninguna, solo había una ventanita al fondo de las celdas”.

“En la celda donde estaba yo había cuatro personas: uno sentado delante del otro [tan cerca] que casi nos escupíamos cuando hablábamos. La única ventilación que teníamos era una ventanita que medía menos de cinco o seis pulgadas de ancho y 10 de largo”, cuenta el entrevistado. 

“Había muchachos que se ahogaban porque al parecer padecían de alergias; se acostaban en el piso con la cara puesta en la ventanita”.

“No teníamos agua ni para tomar. Una o dos veces nos dieron una cubeta para los cuatro. Había uno que en vez de alzar la cubeta para tomar el agua se agachaba como si fuera un perro”, agrega Del Río Noguez.

“Hasta que un día la mamá de mi hijo me pasó un pomo que colgábamos en la pilita. Como tenía un goteo, cuando se llenaba, entre los cuatro nos tomábamos esa agua porque los custodios [carceleros] se molestaban cuando le pedíamos agua”.

De acuerdo con su testimonio, tampoco tenían privacidad en la celda para hacer sus necesidades fisiológicas. “Allí no había puerta ni había nada, eso era tan chiquitico que el que estaba frente a mí veía como yo hacía todas mis necesidades”, explica.

Del Río Noguez calificó de “montaje” el juicio celebrado en su contra, en el cual no tuvo derecho a un abogado. “Nunca nos dijeron nada; lo único fue que estábamos acusados de desorden público. Presentaron una testigo, que era militar, pero nunca habló de que nosotros ejercimos violencia ni que cometimos falta ninguna; lo único que gritamos Yunior y yo fue ‘Patria y Vida’ y ‘Viva José Martí’”.

“Era como si hubiésemos sido unos asesinos malos. Yo me sentí así como si  hubiese hecho una cosa grande; pensé que me iban a fusilar en cualquier momento; no sabía lo que iba a pasar, pero nunca tuve miedo”, detalla.

Sin embargo, no todos los detenidos tuvieron la “fuerza espiritual” para mantenerse sedados, también cuenta. “Había uno que tenía dos hijos; ese lloraba y lloraba sin parar (…). Para mí fueron días catastróficos, porque no había cometido delito ninguno como para estar encerrado allí recibiendo aquella tortura psicológica”.

Publicación original en Cubanet.