Los dibujos y el corto documental que componen Sentémonos a conversar…, estructuran un orfeón de relatos personales contados en primera persona, cuyo entorno minúsculo repasa los daños causados por la violencia estructural que habita la sociedad cubana: colectiva y cotidiana, expiatoria y política. De cómo el verbo… retoma los mismos relatos y personajes, repartiendo aquellos entre estos para que los cuenten en tercera persona. El orfeón se extiende entonces sobre el rumor, cuya infidelidad respecto a determinadas verdades no es síntoma de ignorancia –como suele decirse–, sino la cara de otra fidelidad: el testimonio de un pensamiento social. Para seguir leyendo…
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