Walfrido Dorta: La posibilidad infinita de Fina García Marruz

Autores | Memoria | 28 de junio de 2022

Acaba de morir Fina García Marruz en La Habana y desde inCUBAdora homenajeamos su legado de poeta grande con este texto del ensayista Walfrido Dorta à propos de una antología a su obra que saliera hace algunos años.

Interrogar lo aparente para hacer despertar sus potencias ocultas, incluso a riesgo de que, a primera vista, tal interrogación parezca redundante (cuando no lo es, en absoluto): esta es la cifra poética que se resume en ¿De qué, silencio, eres tú silencio?, el título de la antología de la poesía de Fina García Marruz que ha editado Carmen Ruiz Barrionuevo, y de uno de los poemas de la autora, contenido en el libro Visitaciones (1970). Antes habían aparecido otras antologías de Fina García Marruz [FGM]; cabe mencionar, por ejemplo, Antología poética (México: FCE, 2002), preparada y prologada por Jorge Luis Arcos; El instante raro (Antología poética) (Valencia: Pre-textos, 2010), a cargo de Milena Rodríguez Gutiérrez, también autora del prólogo; y el que es, hasta el momento, el compendio más completo de la poesía de la autora cubana, Obra poética (2 tomos, La Habana: Letras Cubanas, 2008), realizado y prologado por Enrique Saínz. Arcos y Saínz son los dos estudiosos más constantes, no sólo de la poesía de la ganadora del XX Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2011, sino de Orígenes como grupo y de algunos de sus integrantes (Cintio Vitier, Eliseo Diego…). A Arcos se debe el único libro dedicado íntegramente hasta hoy a la obra de FGM, En torno a la obra poética de Fina García Marruz (La Habana: Ediciones Unión, 1990).

Una de las características que hace atractiva y única la antología a cargo de Ruiz Barrionuevo es que los poemas incluidos han sido seleccionados por García Marruz. Es decir, los textos escogidos son, en toda regla y en cada una de sus realizaciones específicas, una declaración metapoética por parte de la integrante del grupo origenista. Sería provechoso, a mi juicio, reflexionar sobre las distintas operaciones de selección y postergación, legitimación y olvido, que se visibilizan en un proyecto de esta naturaleza (por ejemplo, la no inclusión de textos de Viaje a Nicaragua (1987), si bien una posible respuesta pase por la coautoría con Cintio Vitier; o sobre la ausencia puntual de determinados textos); pero no es lugar aquí para ello. De cualquier manera, y a grandes rasgos, es visible que ¿De qué, silencio, eres tú silencio?, a la vista del momento en el que se encuentra su vida y su dedicación a la literatura, supone para FGM un autorretrato casi definitivo de su quehacer poético -un gesto autoconsciente con algo de legado y algo de conclusivo-.

El libro incluye, como parte de sus paratextos críticos, un utilísimo y provechoso prólogo de Ruiz Barrionuevo, en el que la estudiosa lleva a cabo una exhaustiva exégesis de los más importantes poemas de FGM, incluso de aquellos que no están contenidos en la antología presente. En este prólogo quedan expuestos los principales rasgos que, a juicio de la estudiosa, caracterizan la obra de la poeta cubana. Para ello, Ruiz Barrionuevo dialoga críticamente con algunos de los ensayos sobre FGM, como los de Arcos y Rodríguez Gutiérrez, mencionados antes, y los de Emilio de Armas, Robert Lesman, Katherine M. Hedeen, entre otros. Dentro de esos rasgos, la estudiosa destaca el tema de la pobreza (concepto que para FGM tiene un valor religioso y estético); la memoria; lo religioso ligado al tema de las trascendencia (“en cuanto que la religión viene de religar, unir y enlazar, y se entiende como una sustancial relación con los otros,” Ruiz Barrionuevo 19); la atención hacia los seres, objetos y zonas de lo real considerados nimios o minúsculos, no grandiosos (esta es sin duda una de las distinciones del discurso poético de FGM en el conjunto de las voces de Orígenes, ante perspectivas como las del propio Cintio Vitier o Lezama Lima; lo cual, por otro lado, emparenta a la autora con una poética como la de Eliseo Diego), y, sobre todo, lo que podríamos llamar una poética de lo relacional. Es decir, el entendimiento de que “las cosas no se pueden imaginar ‘fuera de su relación con nosotros, fuera de nuestra vida y de nuestra muerte,’ porque solo hay dos cosas ‘absolutamente exteriores a la imagen que de ellas tenemos o nos hacemos: nosotros mismos y Dios’” (Ruiz Barrionuevo 25). Esto apunta a una actitud preponderante en los hablantes líricos de los poemas de FGM: la empatía con el mundo, o la compasión; en otras palabras, un deseo de reducir las distancias que separan al sujeto lírico de lo cognoscible. Las citas internas en este fragmento del prólogo corresponden a “Lo exterior en la poesía,” de la propia FGM, ensayo ampliamente reconocido como uno de los más importantes para comprender la escritura de la autora; ya que desde su centro reflexivo emanan buena parte de las concepciones sobre la poesía articuladas en el discurso de la escritora.

Igualmente, la obra de FGM tiene como centro de indagación la cuestión de la poesía como conocimiento y así lo ha reconocido Ruiz Barrionuevo. Arcos ha aludido a la “solución unitiva, opuesta a todo dualismo; un conocimiento de lo desconocido a partir de lo conocido … ‘una nueva objetividad’ o ‘una exterioridad mucho más profunda,’ basada en una concepción religiosa y trascendente de la realidad” (cit. en Ruiz Barrionuevo 25; citas internas de FGM). En este sentido, el discurso poético de la única mujer integrante de Orígenes se relaciona estrechamente con los principales núcleos de ideas del grupo, y con las poéticas de la mayoría de sus miembros. Por ejemplo, un poema como “El bello niño,” de Las miradas perdidas (1951), se espejea en “Silente niño” o “Magnolias para Betina,” de Gastón Baquero, en cuya obra es central la figura del inocente -visiones adánicas sobre el niño como alguien especialmente dotado para encontrar la visión trascendente de lo real-. El niño es “un sujeto primigenio, alejado de cualquier automatismo perceptivo; un sujeto de lo fundacional, limpio de convenciones y rituales” (Dorta Sánchez 57), cuya relación con el mundo es la que posibilita la poesía como conocimiento. Más relaciones de esta naturaleza podrían trazarse entre la poética de FGM y Baquero (he dedicado mi libro Gastón Baquero: el testigo y su lámpara… a examinar el relato de la poesía como conocimiento en la obra del poeta cubano).

Querría volver al prólogo de Ruiz Barrionuevo para observar una cuestión específica. La estudiosa dedica algunas páginas a reflexionar sobre la relación de la obra de FGM con la Revolución cubana; en otras palabras, a hablar sobre la posición de la obra de la poeta en el campo literario cubano y las diferentes valencias que ésta ha tenido, en función de las configuraciones sucesivas de ese campo. En este sentido, Ruiz Barrionuevo alude a que para FGM “comienza [con la Revolución] … una producción marcada por los nuevos tiempos, una época en que los origenistas tuvieron que defender su postura” (53). Tal novedad se hace visible, por ejemplo, en esa acentuación de la poética de lo cotidiano que ciertamente está presente en la poesía de la autora de antes de 1959, pero que adquiere resonancias más circunstanciales en las nuevas coordenadas sociales y políticas del país. Es muy arriesgado determinar dónde comienza, en la obra de un/a autor/a, la zona de producción marcada por imperativos políticos de configuración del campo literario, y dónde comienza la zona donde estos imperativos se “naturalizan”, y son leídos en consonancia, como “evolución” inevitable o simbiosis naturalista con los nuevos campos discursivos, es algo muy arriesgado para determinarse. En todo caso, no es pertinente asumir este riesgo de determinación como imposibilidad para conjeturar ciertos hechos. Por ejemplo, el enorme lapso (en términos de producción literaria) de 27 años que va de Visitaciones (1970) a Habana del centro (1997) de FGM, no se debe únicamente a la consabida resistencia a la publicación que caracteriza a la autora. Para provocar ese vacío, incidieron realizaciones y tendencias muy localizadas del campo literario cubano de los años 70 y 80 del siglo XX, tema sobre el cual se ha escrito desde diferentes perspectivas, y sobre el cual se podía haber profundizado más en el prólogo de la antología comentada.

El aparato crítico del libro se completa con una siempre útil bibliografía de y sobre FGM, recopilada con la colaboración de Catalina García García-Herreros, y una cronología realizada con la colaboración de Ioannis Antzus Ramos. Recibiéndonos, en la portada del libro, desde esa “luz verdosa / de fantasmal marina” (García Marruz 174), el retrato que Fidelio Ponce de León, el pintor cubano, hiciera a la joven poeta y que a su vez da lugar a la composición “El retrato de Ponce,” de Visitaciones. Aguardándonos, como detalle del colofón del volumen, nos espera “El ángel de la jiribilla,” imaginado por José Luis Fariñas, e invocado por Lezama Lima en “Se muestra ahora el ángel de la jiribilla”, un texto de 1959 citado en el colofón de la antología.

Suelo regresar periódicamente a la poesía de FGM. Una obra que para Arcos “posee, como pocas, el don de la entrevisión. Esa que permite mirar las cosas de la realidad desde una radical extrañeza … [que] nos las devuelve siempre en su irrepetible y, de esta forma, nunca traicionada intimidad” (12), y que para Saínz alberga “una necesidad de saberse y de reconocerse entre las realidades cercanas y distantes … de romper los límites que el ser de las cosas nos impone … una avidez por lo abierto que no encontramos en muchos autores de la poesía cubana, una avidez por lo distante y lo inmenso” (7). Regreso con la poesía de FGM, por poner sólo dos ejemplos, al ansia por fijar lo que huye, desde la dolorosa distancia, de “Una dulce nevada está cayendo” (Las miradas perdidas). Y vuelvo a la desolada, pero a la vez tierna confesión de “Ya yo también estoy entre los otros” (Visitaciones).

Podría señalar otros regresos a los que me he visto entregado en la lectura de la poesía de FGM, gracias a ¿De qué, silencio, eres tú silencio? Prefiero por ahora concluir resaltando la agradable novedad que supone un libro como este, el cual reúne, como decía en otro momento, un excelente aparato crítico (en el que se incluye el ensayo introductorio de Ruiz Barrionuevo, detenido y eficaz), y, por supuesto, la propia obra de FGM, seleccionada por ella misma para la ocasión. Cualquier empresa editorial de esta naturaleza dedicada a la poesía de la autora cubana, será siempre un gesto bienvenido.

Referencias
Arcos, Jorge Luis. “Prólogo.” Antología poética. Fina García Marruz. México: Fondo de Cultura Económica, 2002. 7-13. Impreso.
Dorta Sánchez, Walfrido. Gastón Baquero: el testigo y su lámpara. Para un relato de la poesía como conocimiento en Gastón Baquero. La Habana: Ediciones Unión, 2001. Impreso.
García Marruz, Fina. ¿De qué, silencio, eres tú silencio? Ed. e introducción de Carmen Ruiz Barrionuevo. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca; Madrid: Patrimonio Nacional, 2011 Impreso.
Ruiz Barrionuevo, Carmen. “Fina García Marruz, el secreto del encuentro.” ¿De qué, silencio, eres tú silencio? Fina García Marruz. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca; Madrid: Patrimonio Nacional, 2011. 9-78. Impreso.
Saínz, Enrique. “Prólogo.” Obra poética. Fina García Marruz. La Habana: Letras Cubanas, 2008. 5-17. Impreso.

*Texto a propósito de la antología ¿De qué, silencio, eres tú silencio?, de Fina García Marruz. Edición e introducción de Carmen Ruiz Barrionuevo. Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca; Madrid: Patrimonio Nacional, 2011, 304 pp