Fabio M. Quintero: Interviú a Pavel Giroud / La amarga verdad de El caso Padilla

Autores | Cine | 5 de enero de 2023
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Heberto Padilla no escribió versos para que otros dijeran: «qué provocación nace de la cabeza de este poeta». Tampoco escribió en su libro que «vivir la vida no es cruzar un campo», para que lo compararan con Boris Pasternak. No escribió Fuera del juego para entrar en otros juegos ni para salirse del suyo. Y si quiso todo lo contrario, también era válido.  

Como algunos escritores de su generación, fue al futuro a través de sus poemas porque le cantó al hombre arrasado por la Historia. Sentía el lamento premonitorio de lo que serían errores del sistema. Lamento agónico. Lamento bolchevique del que hablaba Nabokov. Hubo personas que lo odiaron por provocador, por querer ser un poeta maldito, por hipercrítico unos y por moderado otros. Los poderosos lo encarcelaron. Pero la mayoría lo odió por decir la verdad —al menos la suya—, esa es la poética de Fuera del juego.

«Las verdades amargas son también verdades», dijo Yevgueni Yevtushenko, poeta ruso amigo de Heberto, sobre el libro. Cincuenta y cuatro años después, el cineasta cubano Pavel Giroud (La Habana, 1972) realizó un documental sobre la verdad amarga de El Caso Padilla, proceso que se desató cuando en 1968 los jurados cubanos José Lezama Lima, José Zacarías Tallet y Manuel Díaz Martínez, junto al hispanista británico J.M. Cohen y el poeta peruano César Calvo, no aceptaron presiones de la UNEAC y le dieron el Premio Julián del Casal al poemario.

Siguieron tres años de aislamiento para Padilla hasta que el 20 de marzo de 1971, lo detuvieron a él y a su esposa, la poeta Belkis Cuza Malé, bajo la acusación de actividades contra la seguridad del Estado. Entonces, cuenta en La mala memoria, para ser liberado le tocaba protagonizar una «autocrítica» que escandalizaría al mundo.

Ocurrió a las 9 de la noche del 27 de abril, en la sala Villena de la UNEAC. Hay cartas, transcripciones, despachos de prensa, crónicas, ensayos, libros sobre lo sucedido ese día. Padilla escribió, más de dos décadas después, que toda su autoinculpación estaba recogida en la filmación del ICAIC y que un día, cuando los tiempos cambiaran, serían reveladas. En algunas cosas, los tiempos no cambiaron. Pero ese día llegó. O comenzó a llegar el 18 de septiembre del 2022, cuando en una sala de proyecciones de San Sebastián, País Vasco, España, a 7512 kilómetros de La Habana, vio la luz el documental El Caso Padilla, del cubano Pavel Giroud.

Cuba atraviesa un proceso de crisis sistémica y a un recrudecimiento de la represión a cualquier asomo de disidencia. ¿Cuál es motivo de realizar ahora este documental?

Ese recrudecimiento de la represión no fue condicionante alguna para la salida del documental. El hecho de que coincidan en el tiempo, no voy a decir que es fruto del azar, porque cada uno tiene causas comunes, pero sí escapa de mi control. Ese accionar de las fuerzas represivas en Cuba pareciese un trabajo de marketing montado por nosotros para darle vigencia a un material que está más vivo que nunca. Lo están legitimando cada día que pasa. Y no solo en lo referido a la represión, también en la obligación a auto inculparse, tal cual le hicieron hace pocos días a los periodistas del medio independiente El Toque.

Ha declarado que por razones de seguridad no puede decir quien le facilitó el betamax con la copia de 16 mm de la filmación del Caso Padilla. Pero, ¿desde cuándo está en su poder?

Más que razones de seguridad, es por estrategia. Quiero que ahora se hable de la película, no de cómo llegó a mis manos la cinta. La prueba de que ese evento se puede tragar a la película es que siempre es la primera pregunta que me hacen, aunque en tu caso, es la segunda. Ya lo contaré. Es una historia extensa y aburrida. Nadie en particular me la facilitó. Me la facilitó una situación que se dio. Lo traje conmigo de Cuba y fue aquí donde lo pude ver íntegramente.

Si hemos tardado en sacarlo a la luz ha sido porque tuvimos que proveernos de todo el amparo legal que nos permitiera hacerlo, bien fuera para revelarlo íntegramente o hacer una película con él. A veces muchos colegas hacen las cosas a lo loco, sacan una película y un simple clic la anula por violar una cadena de derechos. Teníamos que estar seguro y el hecho de esperar que se cumplieran cincuenta años formó parte de ese proceso.

¿Hasta qué punto el trasiego clandestino del discurso afecta o condiciona su trabajo con el documental?

Me gusta mucho esta pregunta. Obviamente le da valor, pero desde el principio me planteé una película que tuviera un valor cinematográfico per se más allá de la revelación del material y creo que, tras mucho trabajo, lo hemos logrado. La decisión de hacer la película y no revelar las más de tres horas que tengo en mi poder, es que tras esta segunda, solo se acercarían a ella los mismos que siempre han estado interesados en el caso. Sin embargo, una película que contextualizara el por qué ese hombre está en esa situación podría llegar a mucha más gente, que luego se enfrentaría al metraje total con más información, sin que le sonasen raros determinados nombres, publicaciones o sucesos.

En La mala memoria, autobiografía de Heberto Padilla, el escritor describe el proceso desde los antecedentes con sus visitas a la URSS y otros países socialistas, hasta lo que ocurrió luego del discurso con él y la poeta Belkis Cuza Malé, su esposa. ¿Cuánto se apoyó usted en el libro para realizar el documental?

El libro lo leí terminando la universidad, en los años noventa, recién editado, y me cautivó mucho. No lo volví a leer hasta terminado un corte de la película cercano al final, con el objetivo de precisar citas, fechas y esas cosas. Decidí no tomarlo como referencia por la misma razón por la que no quise entrevistar a nadie vinculado al caso hablándome desde el presente, con ese poder de selectividad en la memoria que nos da el tiempo y todo lo que ganamos con su paso —experiencia, sabiduría y convenientes olvidos. Ese libro, y su título es una prueba de ello, es una revisión desde la distancia.

¿Una vez vistas las imágenes, cómo interactúan con el texto de Padilla?

A mi juicio, y es importante aclarar que mi juicio está al nivel de cualquiera que no haya vivido el caso en persona, las imágenes lo validan. Vargas Llosa vio una versión sin terminar de la película y me dijo que muchas cosas que no le creía a Padilla en conversaciones posteriores, las pudo captar viendo las imágenes: mensajes, ironías… Hay un Padilla en el texto transcrito y otro en su performance. Este último se parece bastante al de su autobiografía.

¿Cómo batallar con la tentación de tener esas imágenes casi inéditas a la hora de la edición y el montaje del material?

Pensando como un cineasta que está haciendo una película y no como alguien que va desenmascarar a un régimen con una bomba audiovisual. Pasa a menudo que películas con temas potentes sobre Cuba, se convierten en un «yo acuso a la cruel dictadura» y eso es un error. Ahí entras en el terreno del panfleto. Al «malo» de una película lo define como tal el espectador, no decirle tú —muchas veces desde un cartel inicial— quién lo es. Si lo haces, estás anulando la fuerza dramática de la película. Hay que abstraerse, y es duro, lo sé.

Padilla, Fidel Castro o Cabrera Infante son en mi película personajes dramáticos. Fidel, como personaje, tiene un objetivo: conservar el poder y el control absoluto sobre su reino, pero los intelectuales están criticando demasiado sus prácticas e influyendo con su pensamiento más allá de las fronteras, por lo que ha de coger a uno de ellos como conejillo de Indias y dar un fuerte escarmiento al resto. Al final lo logra: convierte en ovejas mansas a los que como le criticaban. Ese es el arco dramático de ese personaje en mi película.

¿Toda la narrativa del documental está en el discurso de Padilla?

No. Es el material guía, pero entramos y salimos de la opresiva y calurosa sala Villena de la UNEAC constantemente.

¿Cuánto de fuerza y debilidad genera esto para el producto final?

Tal cual ha quedado la película, solo la fortalece, no la debilita nunca.

Usted habló de no querer hacer un panfleto, pero el núcleo que impulsa el material se puede leer como un panfleto en forma de burla o sarcasmo. ¿Su documental pudiera leerse como un panfleto de denuncia?

Creo que ya te la respondí arriba. Si se leyera así me sentiría muy frustrado como cineasta.

Resulta llamativo que con tres protagonistas vivos de los hechos Belkis Cuza, Manuel Díaz Martínez y Norberto Fuentes con implicaciones distintas, usted optó por no entrevistarlos y colocar material de archivo de intelectuales no cubanos también relacionados al Caso, bajo la premisa de que todo recuerdo es ficción. ¿Acaso todo el Caso Padilla no es una gran puesta en escena en sí misma?

El hecho de optar por el archivo como único elemento visual y sonoro condicionó que hayan más escritores foráneos hablando del tema, aunque aparece Cabrera Infante, eso sí, hablando desde el exilio. No hay archivos cercanos a ese momento de ninguno de esos escritores vinculados al caso refiriéndose, ya no al caso mismo, ni siquiera al papel del escritor en una sociedad o a la libertad en la creación. Hay mucho de Belkis Cuza o Manuel D. Martínez, pero lejanos en el tiempo al suceso y ya eso no entraba en mi premisa.

El caso Padilla comenzó como una puesta en escena, con guion, protagonista y personajes secundarios, pero terminó siendo una leyenda gracias a su ocultación. Y está claro que todo lo oculto genera culto.

Ver la reacción y saber las declaraciones de estos intelectuales una vez se observaran en pantalla por primera vez cincuenta años después me parece material para otro capítulo… ¿Qué opina usted?

Opino que has tenido una gran idea y no estaría nada mal que la acometieras tú o cualquier otro creador. De mi parte, doy por cerrado este caso.

¿Quién era Heberto Padilla según Pável Giroud? ¿Qué pretendía si cree que pretendía algo con todo esto?

A pesar de considerarlo un gran poeta, no puedo verlo de otra manera que como una víctima de eso que aún llaman Revolución y ahí es donde se integra a mi universo de personajes. En mi película La edad de la peseta, una familia se separa con la llegada de la Revolución; en Omertá, la llegada de la Revolución aparta a un hombre de la vida que disfrutaba y está en una sociedad en la que no tiene cabida; en El acompañante, un joven militar es privado de sus libertades por contraer VIH y en El caso Padilla, ya sabemos. Padilla no pretendía otra cosa que salvar su pellejo. Tenía dos opciones y escogió la que muchos hubiesen elegido. Se suicidó en vida intentando salvarla.

¿Qué planes tiene con la distribución del documental para los cubanos que viven en Cuba? ¿Habrá alguna manera de verlo online próximamente? ¿Estaría dispuesto a presentarlo en el próximo Festival del Nuevo Cine Latinoamericano?

Yo creo que ya el plazo para inscribirla en el festival, venció, pero aún no siendo así, ni me lo he planteado. No soy de meterme en batallas de antemano perdidas. Lucho cuando hay una mínima posibilidad de vencer y no es el caso. De la misma manera que no quiero que el cuento de como obtuve la cinta haga que se hable menos de la película, no quiero que el ser censurado gane fuerza y se imponga a ella.

Muchos saben aprovecharse de la censura para potenciar la valía de su obra, yo prefiero no hacerlo. Hay quien ha llegado a decirme, desde su posición de derechas, que la película «es el tiro de gracia al Castrismo» y un entrañable amigo, muy de izquierdas y amante de Cuba, que «hubiera preferido haber muerto antes de haberla visto». Lo cierto es que nadie la cuestiona, ni los más furibundos amantes de la Revolución cubana que la han visto, porque estás siendo testigo del terror que hasta ahora te han contado, y cuando te cuentan algo siempre hay un margen de dudas. Aquí no hay duda posible.

Si no han sido capaces de revelar el material en cincuenta años —no sé si se conserva el negativo—, menos capaces serán de exhibir una película que lo contextualiza y lo hace comprensible a todos. Después de su paso por festivales tendrá su estreno comercial. En España ya tenemos previsto su estreno en salas a través de la distribuidora A Contracorriente Films. Luego irá a alguna plataforma con toda seguridad. En el resto del mundo están por cerrarse los acuerdos. A Cuba llegará de la misma manera en que llega la comida a la mesa: milagrosamente, pero llegará.

Publicada originalmente en La joven Cuba